Cada día vivimos una nueva aventura con nuestros pequeños, ellos son quienes nos muestran la verdadera esencia de la pureza, la sinceridad y la belleza innata de los pequeños detalles. Ellos y ellas están descubriendo el mundo junto a las personas que los rodean y entre ellos nos encontramos nosotros, los educadores y las educadoras, una figura clave en su infancia, ¿tanto es así que a veces me confunden con la madre, sensación de plena confianza verdad? ¿Os ha pasado alguna vez?
En la escuela, el segundo hogar de estos pequeños exploradores, intentamos transmitir y alimentar esa confianza para que aflore y permanezca en su interior. De hecho, en el día a día se dan infinidad de momentos cargados de emociones diversas, que dependiendo de la forma en que se acompañan favoreceremos ese sentimiento de pertinencia o no.
Con todo esto hago referencia al acompañamiento emocional y nuestra actuación frente a esta capacidad de estar presentes y disponibles en el mundo emocional propio y del otro. Ante todo, nosotros como modelos a seguir debemos actuar en consecuencia y posicionar nuestra mirada reflexiva, ¿sabemos identificar las emociones?, ¿entendemos lo que nos dicen y hacia dónde nos mueve cada una? No podemos dar lo que no poseemos.
Una gran carcajada contagiosa, una sonrisa picaresca entre cosquillas, un grito emocionante mientras jugamos a cogernos por el aula, llantos frustrantes resultantes de un conflicto, llantos de tristeza por la separación de su familiar o llantos desgarradores de malestar… Un puñado de emociones válidas y necesarias, que debemos. Qué frase más breve ya la vez más significativa. Personalmente me transmite paz, tranquilidad, cuidado y cariño, todo lo que necesitan nuestros niños en cualquier momento del día.
Por tanto, acompañémosles emocionalmente. Una emoción siempre nos avisa de algo, todas las emociones nos cuentan lo que necesitamos, si las escuchamos nos llevan a la acción ya reencontrarnos con nosotros misma. Todos tenemos días buenos y otros que no lo son tanto, y es en esos últimos, cuando debemos tener, aún más presente, el sentido de cada emoción y que si las atendemos nos llevan a la acción más acertada. Parece sencillo, pero todo está acondicionado con la forma en que aprendemos a regularnos con los adultos significativos. Por consiguiente, la retroalimentación positiva resulta ser una herramienta fundamental en la vida de cualquier persona.
Escoleta Infantil Municipal Ninos de Carlet
Cristina Suey y Motilla
